7 ene 2017

Parte II: Rehabilitación




No sabía cómo explicarte que tengo un problema de adicción. Ese tipo de adicción tan común y del que nadie habla, tan normalizado.
Soy codependiente, otra vez esa palabra. ¿Cómo explicarlo?... "El amor no es lo primero en la vida, sino lo segundo."
Alguien como yo comete el error de poner al amor romántico (u otras relaciones) en primer término, comete el error de ponerse a sí mismo en segundo término. Casi todos mis problemas son consecuencias de mi adicción; todos mis sueños han sido relegados por el amor romántico, y no es fácil decir todo esto. Duele.
No exagero al decir que tengo suerte de estar viva, muchos hombres son realmente impredecibles. He terminado por desconfiar de todos.
Luego estabas tu, con una ternura casi femenina sin necesidad de distar de tu género. Más bien homogéneo, como los niños pequeños. Más bien auténtico.
Tu y tu empatía para con el sexo femenino. Y yo, enojada con todos los hombres del mundo. Yo, resignada a la premisa feminista radical de que todos los hombres son iguales.

"En el lugar más extraño del mundo, en el lugar más normal...", sonreías en cualquier circunstancia y tolerabas con la frente en alto al macho ególatra que se siente dueño de todos, que se quiso sentir dueño de ti. Vi las miradas que te lanzaba. Su frustración radicaba en que ni en sus mayores esfuerzos podría ser lo que a ti se te da tan naturalmente.
En realidad eres en ti mismo una modesta revolución. Lo vi con mis propios ojos, pero aún así te negaba. Porque, naturalmente, me estoy rehabilitando y parte de ello es no volver a idealizar a nadie. Me repetía que simplemente eres un buen chico. Un buen chico entre millones. El mismo razonamiento que usé para normalizarte no paraba de hacerme mucho ruido. Y al mismo tiempo me auto regañaba por darle importancia. Pero todo lo que se reprime termina por desbordarse, quizá por eso, sabiamente terminaste por hablarme de cómo te sentías hacia mi.
Encendiste una chispa sin tener idea del riesgo que implica. ¿Suele ser tu manera de hacer las cosas? A pesar del magnetismo que me producías siempre preferí no pensar en ti de ese modo. No es la primera vez que termina invirtiéndose. Estás entrando en un terreno peligroso, algo tan simple ha causado llamas de pensamientos, ideas, recuerdos y hasta ridículas ilusiones en mí. ¿Es tu confesión una invitación?
Yo estoy en rehabilitación y tu tienes un compromiso. Nuestro pasado todavía es presente. Habría sido perfecto en otro momento, así que ¿podemos ser amigos?... ¿Podemos?


No hay comentarios:

Publicar un comentario