4 nov 2016

A mi propio ritmo

No creo en la casualidad, tampoco en los designios de Dios. Yo sólo creo en la naturaleza; en la Energía y sus fuerzas de acción y reacción.

Haberme alejado de él es el duelo más extraño. Extraño como adjetivo y también como verbo aunque sé que no volverá. Sólo seguí los pasos de la Nada, del Todo. Sólo seguí el "camino del Haz"* y sé que le he roto, sé que no lo comprenderá. O quizá algún día lo haga, mas no espero que sea pronto.

Por primera vez tengo el timón en mis manos y estoy aprendiendo a dirigirme. Me apremia una impasible sensación de que algo importante está por suceder. Quizá así es como se sienten los frutos maduros al desprenderse, o tal vez esté esperando vanamente una recompensa por el sacrificio de su presencia. Sin embargo no es precisamente que espere una gratificación, tengo muy en claro que las consecuencias a veces toman su tiempo. Probablemente sólo soy una optimista intentando dar un sentido a cada momento de mi vida mediante creencias dementes y esperanzas ingenuas.

Y soy tan completamente normal, alguien hace poco me lo dijo. Lo soy incluso a pesar de que para muchos "normales" no lo soy.
A veces dejo de escribir porque me aburro de mí misma, por eso es que sólo lo hago estando ebria en pasiones y/o emociones. A veces -como ahora- no tengo idea de por qué estoy escribiendo. Y en muchas ocasiones por indisciplina no abordo los temas que quisiera por lo que termino escribiendo cualquier cosa.

Yo quiero escribir Revolución. Pero "¿A qué le llamas revolución?" escribió él un día. 
¿A qué le llamas amor? Revolución es amar, por ejemplo, pero amar verdaderamente, con la ternura y las entrañas, con las manos y los pies, con los ojos y la vida; amar tal que tus acciones trasciendan el egoísmo; amar a quien puedas, amar lo que quieras, dejar al amor ocupar tu interior y después tomarlo y crear. Eso es Revolución.
El sacrificio, por ejemplo, también es Revolución, pero no hablo del sacrificio por causas frívolas, sino de la determinación de dirigir la vida hacia una causa poco o nada egoísta. Esto es, según mis torpes cálculos, el inicio de toda Revolución.

Posiblemente sea por ello que escribo tanto sobre amor y desamor, o bien bajo la influencia de éstos...